Una de las características principales de la música italiana del seiscientos es la relación entre logos y melos que propugna la seconda pratica. Pero esa peculiar fusión se logra, además, en un marco configurado por dos elementos complementarios. Por una parte, la sutil mezcla de dulzura, encanto y elegancia que los italianos llaman soavità, y que fascinaba a los músicos europeos. Por otra, el singular y conmovedor uso de las más punzantes disonancias y suspensiones (durezze et ligature), que genera un patético juego de tensiones y expectativas. El presente programa nos acerca al mismo núcleo de esas dialécticas, que entretejen pasiones y afectos